Un
emprendedor es el que convierte su idea de negocio en un proyecto
empresarial real, el que crea nuevas empresas, aquel que desarrolla
su propio emprendimiento. Pero, desde
el sistema educativo y más concretamente desde la Formación
Profesional, no debemos olvidar que el concepto de espíritu
emprendedor va mucho más allá. Desde un sentido amplio,
es aquel valor que se refiere a las percepciones, actitudes y
aptitudes que capacitan a las personas para impulsar el cambio real
en su entorno, para
reaccionar
con flexibilidad ante los nuevos retos de la sociedad, para
contribuir al desarrollo sociocultural y económico sostenible en su
entorno local con visión global, desde
un concepto específico,
como la formación dirigida a la creación de una empresa.
En
este sentido, son varios los pilares donde puede actuar la Formación
Profesional:
-
aumentar la experiencia laboral
-
conseguir estrechar los lazos con el tejido empresarial
-
alinear las necesidades del mundo empresarial con la formación en el centro educativo
-
fomentar nuevas competencias e impulsar el espíritu emprendedor.
Como
subraya la Estrategia Europa 2020, los sistemas de educación y
formación deberían centrar los currículos en la
creatividad, la innovación y el espíritu emprendedor.
Para cumplir su papel, la Formación Profesional tiene que reflejar
los cambios en la economía y en la sociedad.
El
espíritu emprendedor es la propuesta transversal como respuesta a la
necesidad de tratar la educación para el emprendimiento desde las
competencias clave. La educación para el emprendimiento es el motor
de crecimiento futuro y pone en manos de los centros educativos la
responsabilidad de asegurar que las nuevas generaciones sepan
desenvolverse en este mundo cambiante e incierto con una formación
polivalente y flexible que logre una adaptación exitosa a lo largo
de su carrera personal y profesional.
El
impulso a la creatividad y la innovación debe centrarse en las
personas, en el marco de una FP actual basada en la excelencia, que
estimule la creatividad y un marco favorable a la innovación, la
toma de riesgos y la experimentación.
La
iniciativa emprendedora, en su sentido más amplio, es una de las
competencias básicas de mayor importancia en la Formación Profesional, junto con las tecnologías de la información
y la comunicación, cultura tecnológica, lenguas extranjeras y
habilidades sociales.
En
la siguiente representación gráfica podemos ver cuáles son las
capacidades que componen esta competencia.
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